Buena parte de la política tradicional está motivada por los comportamientos
controladores de sus líderes o dirigentes, más notoriamente en épocas electorales,
cuando buscan el contacto con las comunidades con el afán de conseguir votos; esta
clase de líderes son perjudiciales, acostumbran hablar mal del otro, infundir temores,
evitar la responsabilidad, esconder sus verdaderas intenciones, causar dudas,
confundir y hasta mentir. Colocar personas de éste perfil para que se ocupen de
gobernar, nos lleva directa y nuevamente al fracaso en los territorios. Pero lo más
perverso, es que el líder controlador a su vez es controlado por otro líder en la
sombra, que es de mayor jerarquía, dada tal vez por la tradición, la familia o el
dinero.
El liderazgo positivo y transformador, es totalmente contrario a tales
comportamientos, puesto que se define como una sana relación entre un grupo de
personas que acogen a alguien con las condiciones para que, como líder sea su
abanderado, para seguirlo, apoyarlo y que los represente en las ideas y en la acción.
Este tipo de liderazgo es también una expresión de la democracia, pues nace del
reconocimiento, no de la imposición y menos aún de la manipulación. Este líder se
caracteriza entonces por su madurez, buen juicio, humildad, sencillez, capacidad de
escuchar, comunicación; habla con verdad y además es analítico, crítico y propositivo.
Para ganar simpatizantes, los líderes manipuladores acuden a generar miedo, porque
esta es una sensación básica, primitiva, produce angustia, malestar y a veces nos
paraliza. En muchas comunidades existe una cultura del miedo: miedo a la muerte,
miedo al otro, a fracasar, a equivocarse, a perder a alguien o algo, inclusive miedo al
éxito, a la libertad y a la verdad. Para enfrentar el miedo es conveniente pensar
“atrévase”; a cambiar, a confiar, a darse y darle a otros una oportunidad, a renovar
la forma de pensar. Se habla mal del otro, se construyen mentiras, discursos y hasta
filosofías para infundir temores y conseguir adeptos.
A fin de evitar las verdaderas transformaciones en lo político, lo económico y lo
social, ahora se habla de construir sobre lo construido; es una manera de proteger el
régimen, el estado de las cosas como vienen, pero es una forma de confundir, de
evitar la verdad. Cuando se profundiza en ese estado de las cosas, salen a relucir los
errores, los privilegios y las malas prácticas de siempre; un cambio de dirección, un
gobierno alternativo, permite evidenciar todo eso y proponer nuevas políticas y
acciones de manera participativa. Así comienza el cambio, porque en Guaduas no es
mucho lo que hay construido.
Otra forma de manipular consiste en ofrecer regalos, celebrar fiestas y repartir
ayudas, cuando la verdadera intención es llevar a la comunidad hacia una tendencia
política o una determinada intención de voto; ésta práctica puede conducir a la compra de
votos, que se configura como delito y pérdida total de la conciencia ciudadana,
además de eliminar la posibilidad de exigir el cumplimiento del programa y corromper
todo el aparato de gobierno. El líder político no impuesto ni manipulador, solamente
puede ofrecer la planeación participativa de su programa de gobierno, la gestión de
su plan de desarrollo, la formulación y puesta en marcha de políticas públicas y la
gobernanza transparente.
En nuestro municipio de Guaduas no se presentan grandes problemas sociales como
inseguridad o pobreza extrema extendida; se puede decir que el nivel de vida para la
mayoría de la población es aceptable en la zona urbana y básico en la zona rural,
pero tampoco hay signos de progreso, de mejoramiento de la economía, el turismo,
la cultura, la gestión del territorio, la infraestructura y en otros varios aspectos.
Quizás sentimos que no se puede hacer más, estamos conformes y sentimos algún
tipo de protección inspirada en lo divino, pero si no hacemos cambios empezando por
elegir líderes positivos y transformadores, tanto para la alcaldía como para el concejo
municipal, nos esperan años de decadencia y olvido.